Sentimos alegría cuando recordamos un momento feliz que ya pasó, tristeza si evocamos la pérdida de un ser querido que ocurrió años atrás, se nos hace la boca agua cuando recordamos una comida que nos gusta mucho, nos ponemos en tensión solo de imaginar ciertas situaciones que nos asustan, aunque sepamos que no vamos a enfrentarnos a ellas. En otras palabras, también podemos sentir cosas ante estímulos que provienen de nuestra mente.
Un ancla es un instrumento náutico que permite a un barco fijar su posición en el mar sin tener que preocuparse de la corriente, incluso oponiéndose a la fuerza de la marea. El término ANCLAS en Psicología se usar para referirse a cualquier estímulo (externo o interno) que permita acceder a un estado emocional. La mayoría de las anclas se establecen de manera espontánea. Por ejemplo: el timbre del despertador nos ayuda a pasar del sueño a la vigilia porque se ha convertido en un ancla. Escuchamos una melodía que en una ocasión importante oímos junto a la persona amada, y podemos revivir las emociones de aquel momento. Esa melodía es otra ancla. En la famosa novela de Proust “Por el camino de Swam”, el sabor de una rosquilla mojada en el té, evoca al personaje sus estados de ánimo durante su infancia, sus temores y amores infantiles y su perplejidad ante la complejidad de las reacciones de los adultos. Es decir, que tanto imágenes mentales, como un olor, un sabor determinado, nos evocan estados que estuvieron en el pasado asociados con ellas.
Estas anclas, que se producen de manera espontánea, también pueden y deben utilizarse para incrementar el autocontrol.
La estrategia es asociar un estímulo con el estado que se desea evocar. Una forma de establecer anclas es recordar o imaginar un estado determinado e identificar una señal que se asocie al mismo: puede ser una señal interna (visual, auditiva o táctil) o una señal externa (una canción, una palabra, una foto). Por ejemplo, para evocar la sensación de relajación y paz la persona puede acudir al recuerdo de unas vacaciones en la playa y después escoger una ancla visual interna (la imagen mental de la playa) o un ancla auditiva externa (una canción que escuchó en la playa con sus seres queridos en un momento feliz), que automáticamente la llevará al estado de relajación. Esto se debe practicar varias veces, hasta que el estado se logre evocar sin ninguna dificultad.
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